Mínimo podría ser el rayo de luz de mi ventana en la mañana. Mínima la yerba que queda en el frasco del estante. Mínimo el ruido de la pava hirviendo. Lo inesperado puede suceder en todas esas historias mínimas. De repente encontrarte en un lugar que jamás pensaste que sería tuyo. Con gente diferente que jamás creíste. Bienvenidos a mis historias mínimas. Foto: "Lejos de Palermo" de Cecilia Fortunato. Modelo Valen Fortu. General Rodriguez, verano 2012.

Crónica dos.

De nuevo el coche y la última vuelta a la plaza por esos puestos que explotan de colores, la paleta perfecta de la vida. Mantas con historias pasadas, escondidas entre sus hilos de llama, alpaca, oveja, vicuña, hilos trenzados a mano con la paciencia que no tengo. Combinaciones que brotan de las almas, sí de nuevo las almas.

Todo en perfecta armonía. Menos un cajero del Macro oportunamente escondido. Ahí justito para los de ciudad acostumbrados al dame dos. Y bue!, lo perdonamos, le damos permiso de permanencia.

De pronto aparece la Cande cargadísima con bolsas de plástico en sus manos y superpuestas con los plásticos de las manijas lastimándole la piel. Ese peso mejor llevado que se conecta directamente con la sonrisa enorme y satisfecha de su boca de perla.

Yo agachada en el piso de un localcito de una galería, mirando el aguayo mas antiguo que hubiera. Quería alguno para mi pared, uno viejo, gastado, percudido. Entre tantos y de golpe aparece uno con una inscripción en Quechua y una fecha: “1969”, la fecha de mi nacimiento. Ni lo dudé, 41 años fueron lo suficientemente antiguo. Un horizonte que llego a ver, un camino conocido. Que mas, lo otro quien sabe.

La intriga del resto de la inscripción era inmensa como mi ansiedad. La vendedora también sintió que no era casual y se esmeró por conseguir algún ser vecino que Quechua supiera. Pero fue difícil leer esas letras y creo que las intenciones de la señora heredera eran mas grandes que sus verdaderos conocimientos del idioma de sus abuelos.

Entonces queda pendiente que es lo que el aguayo que nació cuando yo nacía esconde. Algunas palabras sueltas decían guayra, para, inti: viento, lluvia, sol.
No soporto no saberlo. Si vos lees esto y te animás al quechua, te convido un rico te de blend casero debajo de mi Liquidambar bermellón, igual a los que durante todos los caminos de este otoño encontramos desplegados por toda la Quebrada.

La muchacha que me atendió era tan, tan agradable que me hubiera quedado charlando con ella toda la tarde. Pero el tiempo corría. Todavía nos esperaba Tilcara y a las 20 salía el vuelo desde Salta.

De nuevo el coche, extasiados de tanto. Tanto todo. Aire, luz, olores, sonidos.
Y ahora vos mi buen amigo, por el espejo, tus ojos que descubro transparentes. Pienso como se verá la vida con ellos. Y al lado la mano que me toca, la de mi niña, la de ahora mirada de koya, de rojos, verdes, marrones, celestes. Mirada pequeña y mía.

Hay rayones y tachaduras. Líneas secretas que jamás leerás. -“Cuaderno no me traiciones. Calla cuando te lean, enciéndete cuando te escriba. Prende y apaga tus párrafos según quien sea.-

P.




Dique LA CIENAGA


Plaza principal Cachi



3 comentarios:

  1. Hermoso y sin duda: "QILQASQA PACHA NUNA" (escrito desde el alma, en quechua) ojo, no soy quechua ni se hablar pero podria aprender rápidamente a cambio de ese té que ofreces y así aprovechar a escuchar mas de tus experiencias del alma (sin tachaduras). Khuyay Pakasqa.

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