Mínimo podría ser el rayo de luz de mi ventana en la mañana. Mínima la yerba que queda en el frasco del estante. Mínimo el ruido de la pava hirviendo. Lo inesperado puede suceder en todas esas historias mínimas. De repente encontrarte en un lugar que jamás pensaste que sería tuyo. Con gente diferente que jamás creíste. Bienvenidos a mis historias mínimas. Foto: "Lejos de Palermo" de Cecilia Fortunato. Modelo Valen Fortu. General Rodriguez, verano 2012.

Y want you

Y una quiso ser primera, primera en levantarse, primera en latin, primer hija y no segunda. Primera en las carreras y hasta en pagar la mitad de la cuenta de un restaurant. Era una pseudo chica enojada de Wisconsin, lectora atenta de libros perdidos en rincones de bibliotecas. Nadie le creía. Era la conciencia de los sueños mas extraños, de esa mentira, de esa gigantesca mentira que sucedía entre sabanas. Sus lecturas la transportaban a pensamientos obscenos, a extraños parajes, a lugares de porqueria ajena. Se deprimia con facilidad por ese entonces, al ver que no podia ser primera, que su latin no era el mejor, que no fue primer hija y tampoco segunda, tomaba Solof por aquella epoca. Era linda dicen, era loca, vivia, respiraba y estaba abierta a un futuro sin pasado.
No creia en los deseos. Como no creer en ellos, le decian sus amigas, ella no creia y punto. No había deseos en su mundo de ensueño. Algun mensajero sin nombre le decia que quizás se escondía tras su falda, que su ropa interior corrida haciendo el amor le darian mas ganas de desear pero ella no creia en mensajeros sin nombres.
Superaba lo carnal le decia, no es mio, no es tuyo, mi sexo es para brindar. En sus sueños veía desnudos, niñas en poses extrañas, musicas e historias que no coincidian con su pasado, un sueño proyecta y ella proyectaba en ellos a jovenes morochas de latigos en mano, a niños desnudos, a rubias , a pelirrojas y jardineros.
Nabokov y Marx se aparecian, eran sus favoritos, había leido algo de ellos, algo de una lolita, algun fragmento del El Capital, no entendia mucho la plusvalia y solo pensaba en comprarse una licuadora.
La licuadora por ese entonces era tan valiosa como una casa, un departamento de ensueño en el Lower East Side o en Staten Island, la parte mafiosa de la isla. Sus sueños hot en la Arena, su correcto hombre desnudo, su costado alocado se entrometían en sus pensamientos de media tarde.
En esa hora inexacta aparecia una amiga, la llamaba lejana , queria reirse con el cuerpo le decia, ella al cuerpo lo usaba para otra cosa, se reia con la boca, a lo sumo con la mandibula emitiendo un sonido de risa, su amiga no.
Su amiga se reia con el cuerpo, se estremecía. Y aprendia a manejar, esa puta costumbre de la gente de tener que manejar todo, espacios, personas, amores, ideas, autos, tranvias, hijos. Como manejar la maternidad, gran tema de su amiga por ese entonces, no le interesaban sencillamente esos retoños rosados, tenia dos de su cuñada, los habia visto crecer y no queria pasar por lo mismo.
Los mejores años de mi vida, repetia la cuñada, resignando todo presente a un pasado mas glorioso de biberones y por ese entonces pañales de tela.
Hey, no pienses, no te envuelvas en esas cosas, pone energía en eso que hace de tu año un año de logros, 365 dias de deporte, buen humor y miradas de los hombres. Un perro que sigue ladrando en el fondo de la calle.
La lectora atenta se despierta, llama a la puerta Gregorio, viene a arreglar el jardin, se habia olvidado por un momento que había citado a Gregor (como lo llamaba en la intimidad) ese sabado por la tarde con la excusa de unas flores moribundas, lo unico que queria en realidad es ver a ese latino en cuero, toda la semana esperando ver a G semidesnudo cortando su jardin, su sueño humedo.
Gregor por su parte hacia favores a algunas vecinas locales, algunas se ponian como locas con sus perfomances fuera del cuadrilatero del jardin , pero a ella, nuestra lectora no le habia insinuado nada de esa otra vida.
Ya bastante tenia con su chica, la lejana, una mas joven que el, que le decia Don, cosa que al lo excitaba, cariñosa y virtual, su chica creía que el amor era la salvación. El amigo de ella, de chica y de su hijo, su ùnico hijo, de viaje por el mundo, solo anciaba volver a sentarse en la barra del bar a tomar una cerveza.
Un enjambre de cuerpos en sus sueños, de gente que entraba y salia. Despeinados, se movían y llegaba ella, otra de sus apariciones de media tarde, ella estaba en otra, era de otro lugar, un planeta distinto, una orbita distante de su letargo.
Ella le escupia proyecciones, le cuestionaba su vida, la hacia pensar mas de la cuenta. Ella, soltera, despreocupada de la vida de los otros no se entrometía, estaba mas alla y se lo hacia notar, algo los acercaba a todos. Algo los dejaba entrar por una puerta.
Algo en ella, la primera, los atraia, despues de todo era la primera, o no? La primera en latin, la lengua madre. Algo sonaba, una musica de fondo, pesada, densa, llovia, se hacia de noche, se tiraba a descansar .
Se abria una puerta, una figura hermosa caminaba por el pasillo de una libreria, sus rulos sueltos, cayendo sobre sus hombros, su mirada perdida, un sueño mas , es de noche, tarde. Se cierra un capitulo, se abre otro.

Pablo Perez