Mínimo podría ser el rayo de luz de mi ventana en la mañana. Mínima la yerba que queda en el frasco del estante. Mínimo el ruido de la pava hirviendo. Lo inesperado puede suceder en todas esas historias mínimas. De repente encontrarte en un lugar que jamás pensaste que sería tuyo. Con gente diferente que jamás creíste. Bienvenidos a mis historias mínimas. Foto: "Lejos de Palermo" de Cecilia Fortunato. Modelo Valen Fortu. General Rodriguez, verano 2012.

Twist


Vamos, pare, avanti.
Feria de diseño independiente. Me pregunto que significa esto del diseño independiente. Será el apellido de alguien que decidió vivir solo, “Aurelio Independiente”, o será que el diseño es de Avellaneda y no de Racing?

Percheros multicolores, texturas lánguidas aunque brillosas y ásperas. Estampas religiosas, de Los Ramones, Lennon y el siempre vivo Che. Rallas y prendedores. Una gran tienda dividida en compartimientos que llaman “box”, repleto de remeras cortas, largas, entalladas. Blusas, mini shorts de los que ya no me entran.
Acá si tengo los años que llevo, en los ojos y en la piel. Veo lo que la del box de al lado aún no ve. Llevo en mi estructura a dos de ella.
“Sali de noche”, dijo. Tengo mucha noche y estoy grande fue su insulto. No tendría mas de 25 yo guardo silencio y mis secretos. Esos secretos de los ’80, cuando la calle estallaba y nos comía. Ella entendería que no había drogas de diseño?, esa palabra renuente en el orgullo de los percheros, a pocas cuadras del Once, que son pocas las conté, pocos metros, porque de donde yo vengo hablamos en kilómetros.
La ciudad separa la mente pero no el cuerpo. Pasas dos cuadras y Palermo no existe, aunque la calle siga llamándose El Salvador.
Pero creo que vivo cerca a pesar de la distancia. Ella cree que el Once es lejos y que queda a kilómetros de acá.
Volvamos a lo que debo vender. Mi producto de diseño tiene un componente demasiado intelectual para este caos. –Te doy dos por uno y no te cobro-, explico. Que son de cuero y sospechan y que son antideslizantes.
Digo armalos y divertite, un dato al pedo, ya t saludaron y se fijaron en la remera de la de al lado que invade mi espacio pero no le diré nada.
Capaz los moños son demasiado pelotudos para la chica tatuada. Deduzco que estudió teatro porque tiene la máscara de la comedia teñida en la piel de su pantorrilla. Un dato que da a conocer orgullosa aunque nunca halla recibido un aplauso.

No se si venderé mis sandalias. La mente es un elemento extraño y este lugar me agota.
El short amarillo con ribete negro y estampado con rayos es superdiminuto y me pone nerviosa y frente a él mis zapatitos de moño parecen sacados del libro Mujercitas.

Después pienso que no llevo tatuaje que diga todo lo que soy o lo que creo ser. Solo llevo encima una blusa de puntillas y mis Twist colgadas, y algún ojo de bife que intenta ser procesado en mi estómago desde anoche.
Entonces sigo mi cuento, esta parte hablaría de los tatuajes. Decía que yo no tengo, pero si tengo este blog, estas historias mínimas que fui acumulando en el tiempo, que me llevan de viaje cuando aparecen a Palermo o Katmandú .

Tiempo en que me entraba ese short amarillo de estampado a rayos de tormenta de primavera, con pespunte negro, ultradiminuto. Ese short valioso, que ahora solo quiero comprar para hacerlo desaparecer, al menos de mi vista.

PD: Al rato llegaste vos de sorpresa, y salimos al sol donde están las tienditas ambulantes de la vereda. Me regalaste ese vestido largo, blanco y de puntillas. Una túnica peruana que adoro y que necesita tu ayuda para atar su cinto de telar en mi cintura. Camino con él al lado tuyo y soy feliz.